Hoy en día las muelas del juicio o cordiales son piezas que generan más problemas que soluciones. Los terceros molares son vestigiales, es decir, que han perdido su función como efecto de la evolución del ser humano. En su origen, ayudaban a masticar el tejido vegetal.

Es decir, estas muelas compensaban el esfuerzo que nuestros antepasados debían realizar para extraer el alimento de la celulosa. Con el cambio de la alimentación a otra más carnívora, los homínidos fueron acortando la mandíbula. Sin embargo, las muelas siguieron apareciendo.

No es la única teoría al respecto. Los teóricos difieren entre los que sugieren que la aparición o no de estas muelas, y por tanto del tamaño de la mandíbula, es consecuencia de la alimentación y los que alegan una variación entre otras posibles del gen PAX9.
La aparición de los cordiales entre unas poblaciones del mundo y otras es muy variable. Por ejemplo tan sólo el 0,2% de los habitantes de Tasmania cuentan con muelas del juicio visibles, frente a un casi 100% de los mejicanos.

Esta muela varía en forma según el individuo. Cuando la mandíbula es larga el molar aparece entre los 16 y 20 años. Si no aparecen suele quedarse ocultas o solo asomar en parte. Entonces decimos que la muela se ha bloqueado o enquistado, o dicho técnicamente, está impactada. Esta situación suele generar problemas. La mayoría de las veces los problemas comienzan con molestias y dolor. Casi un 90% de los españoles tiene al menos una muela en esta situación.

Los problemas que causan son numerosos. El primero y más común comienza en la encía, donde aparecen infecciones y enfermedades. Las causas, la presión y la posición inadecuada generan una inflamación en la zona.

Si esta situación no es tratada, la infección puede llegar al hueso. Y desde el hueso llegar a la mejilla y el cuello. También puede provocar infección y caries en los dientes vecinos al dificultar la limpieza. La dificultad en el desarrollo de la higiene diaria facilita la acumulación de residuos y bacterias. Otras consecuencias son la aparición de quistes y frecuentes dolores de cabeza, oído, dolor facial, etc.

Por tanto, es necesario que haya una revisión de estas piezas dentales por el dentista. Y en el momento en el que genere problemas, la solución pasa por su extracción. La extracción es sencilla en el caso de que los cordiales sean visibles. En el caso de las impactadas, su extracción requiere de la labor de un cirujano maxilofacial.